Hola. Me llamo La Morena. Me gustaría contaros una historia. La mía…
Creo que nací en la calle, pues la verdad es que de mi infancia recuerdo poco: el miedo, el frío, el agua, el correr siempre, el pasar hambre, pero sobre todo el miedo. El miedo a los humanos grandes que no nos miraban o nos tiraban piedras, miedo a los coches, sus ruedas habían robado la vida a tantos otros pobres como yo.
Crecí en Castellón, en un barrio cerca de la Renfe. No me acuerdo de mi familia, si es que tuve una alguna vez. Cuando naces en la calle la sobrevivencia es lo único que te queda. Comer se convierte en tu meta diaria, beber agua es casi un milagro y más cuando vives por aquí y no llueve. El hambre, el miedo, y el ser gata, Tuve mi primer celo muy jovencita. Es una sensación que te sube desde dentro y que no puedes controlar. Atraes a otros pobres como tú que tampoco pueden luchar contra sus instintos y nos apareamos.
Tuve una camada, no era deseada, ¿cómo podía serlo? Pero el instinto de mi especie por procrearse, por seguir existiendo es superior a cualquier otro razonamiento. Era joven, hambrienta, asustada, nacieron todos muertos. Al ser joven, conseguí sobrevivir ese parto. No pasó mucho tiempo que mi propio cuerpo volvió a pedirme aparearme. Es una sensación tan potente que no puedes ignorarla. Ojalá hubiera podido, no quería dar a luz a seres muertos o sufrientes, ¿Qué les podía ofrecer más que el hambre o la muerte?
Pero esta vez, un Humano me rescató de la calle. Yo estaba desesperada buscando un lugar seguro en un mundo inseguro para los de mi especie. Corría, no conseguía comer mucho, tenía miedo, mucho miedo. Desfallecida me rendí ante él.
Me llevó a un lugar cálido. Cuando has vivido en la calle y has pasado frío y hambruna, reconoces un lugar cálido y acogedor. Apareció la comida en un bol, y agua, tanta agua, que me harté, y finalmente pude dormir sin temer por mi vida.
Me puse de parto, casi me muero, pero esta vez no estaba sola, y unos Humanos buenos y cariñosos me ayudaron. Nacieron todos muertos otra vez, pero mi cuerpo no lo entendía y empezó a producir leche, leche para unos no nacidos.
Al poco tiempo, apareció otro Humano que traía a 4 crías de otra gata de Artana. Se ve que habían estado esperando a su madre todo el día para traerla también. Pero la pobre gata nunca apareció, por lo que se trajeron a los cuatro bebitos,estaban hambrientos y maullaban desesperados. Me acerqué, los olí, los limpié y los fui llevando a mi cestita. Se me engancharon enseguida, sentí como mi cuerpo respondía y la leche salía a chorros. Los gatitos sobrevivieron, igual que yo. Tuvieron más suerte que yo pues al ser tan pequeños, Huellas Callejeras consiguió que se dieran en adopción. No he tenido esa suerte todavía. ¿Quieres ser tú el que me dé una oportunidad?
Ahora ya no quiero vivir en la calle. La calle no es para los gatos. Vivir no consiste en estar corriendo de miedo, buscando comida para seguir corriendo un poco más hacia ningún lado, con el temor de morir atropellados. La calle no es para los gatos. No quiero volver. ¿Me ayudas a no volver? ¿Me das una oportunidad para poder seguir viviendo en un lugar cálido y rodeado de ternura? Te prometo que te querré eternamente.
Si quieres adoptar a La Morena manda un whatsapp al 616447161 (sólo whatsapp).
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